Maria Àngels Rial: ilusión, constancia y tenacidad, las claves del éxito
Semen Cardona es una empresa referencia en el sector porcino, comercializando cerca de 4 millones de dosis a una treintena de países de 4 continentes. Así mismo, cuenta con sedes internacionales en Filipinas y México, 19 centros de inseminación artificial, 5 laboratorios centrales y 5 cuarentenas. Pero para llegar a tal nivel, se debe recorrer un largo camino, empezando de cero. Hace ya 35 años que Semen Cardona nació, con un ADN familiar y afrontando diversos retos y barreras que se fueron presentando. Pero consiguió nacer gracias a la ilusión, perseverancia y tenacidad de una joven emprendedora: Maria Àngels Rial.
Pregunta: ¿Cómo empezó la historia de Semen Cardona?
Respuesta: Pues empezó hace ya más de 30 años, cuando era muy joven. Me casé y fui a vivir a una casa de campo, donde se suponía que debía trabajar en labores de casa. Sin embargo, yo quería hacer algo más y pedí trabajar fuera. No es una idea que gustara demasiado, así que llegamos a un acuerdo. Si debía trabajar en casa, lo haría para mejorar lo que había.
P. ¿Y qué buscaba mejorar?
R. La calidad de nuestros cerdos, pues cada vez que íbamos al “matadero” nos penalizaban porque decían que eran de poca calidad. Yo quería cambiar eso.
P. ¿Y así surgió la idea de la inseminación?
R. Sí. Yo había oído hablar de ese sistema, pero aún no era muy conocido y no había demasiada información. Intenté formarme en Solsona, porque había una empresa que empezaba a trabajar con ello, pero no quisieron ayudarme. Así que decidí hacer de tripas corazón y, no sin luchar por conseguirlo, fui a Madrid. Y allí logré mi formación.
P. ¿Así nació Semen Cardona?
R. Así se plantó la semilla. Al volver, convencí a la familia (no sin esfuerzo) para montar un pequeño laboratorio y conseguir comprar 4 sementales, con la inversión que eso suponía. Y costó mucho arrancar. Primero, por una plaga que no permitía vender semen en la zona de Cardona. Y, por otro lado, estaba la desconfianza hacia algo tan nuevo. Además, presentado por una mujer joven, generaba más reticencias.
P. ¿Cómo superó esa barrera?
R. Pues con las claves del éxito: ilusión, constancia y tenacidad. A base de insistir, de hacer viajes cada día y de ser ingeniosa. Como nadie confiaba, acabé por regalar dosis para demostrar su valía. Y tuve la fortuna de que todas las dosis que probaba, funcionaban. Y funcionaban muy bien, ya que todas las cerdas quedaron preñadas. A partir de aquí, se corrió la voz y la empresa comenzó a arrancar. Hasta tal punto de que decidimos hacerlo bien y constituir Semen Cardona. Se decidió hacer unas instalaciones punteras e idóneas para que siguiera creciendo.
P. Pero no fue un camino fácil, ¿verdad?
R. Pues no. El hecho de ser los primeros en dedicarse industrialmente a este sector en España, conlleva el problema de la desinformación. No sabíamos qué permisos y homologaciones necesitábamos y el ayuntamiento tampoco entendía realmente el tema. Con todo ello, estuvimos tres años para poder crear Semen Cardona como tal porque costaba mucho avanzar. Pero, a base de empeño, se acabó consiguiendo.
P. Acabaron por convertirse en una empresa referente
R. Así es. La Generalitat nos ponía como ejemplo de empresa innovadora y tecnológica, así que nos traía delegaciones de países extranjeros del sector porcino, que quedaban encantados y nos pedían dosis de nuestras instalaciones. De esta forma, unido al crecimiento que protagonizaba el sector, comenzamos a exportar y crecer.
P. ¿Y qué viene ahora?
R. Pues toca seguir trabajando. Este es un negocio muy sacrificado, pero reconfortante. Las empresas deben diversificarse y no paramos de buscar nuevos retos que superar, otras formas de negocio que nos permitan seguir siendo la referencia nacional. Ahora, por ejemplo, estamos estudiando el tema de la biomedicina, muy unido al sector porcino. Además, se aproxima un cambio generacional, donde mi hijo Jordi cogerá las riendas. La gente joven aporta valor añadido a la empresa y le dará otro enfoque que permitirá a Semen Cardona continuar creciendo.
P. ¿Qué le diría a alguien que está empezando en el mundo empresarial?
R. Que al principio todo puede fallar, pero con voluntad, ganas y sin dejarse vencer por las barreras que te vas encontrando, todo se puede. La palabra fracaso es muy fea y si algo va mal, se puede reconducir. Constancia y dedicación te permitirán llegar a buen puerto.